En Jesús tenemos una ley de libertad que nos ayuda a discernir lo importante de lo secundario.
Ojalá podamos siempre romper las cadenas que nos atan y que nos alejan de los hermanos y de Dios.
No tengamos miedo. Confiemos en Dios.
LO INSTITUIDO tiene la fuerza de la inercia, pero LO INSTITUYENTE tiene la fuerza de la vida que siempre triunfa, aun a costa de nuestras certezas.

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